Un aperitivo fácil y muy rico. Aunque los podemos comprar todo el año, por ser un marisco de criadero, mi madre siempre dice que los mejores mejillones se toman los meses que tienen "r". Así que, dicho y hecho, estamos en ene"r"o.
Son muy nutritivos y están buenísimos. La única pega, que le encuentro, es limpiar los mejillones de esas barbas y esos crustáceos, que llevan incrustados. Pero bueno, vale la pena.
Ingredientes:
1 kg. de mejillones
un poco de sal
un limón
agua
una hoja de laurel
Preparación:
1.- Es muy importante revisar los mejillones, antes de lavarlos. Tenemos que desechar los que tengan la concha rota o los que huelan mal, porque probablemente, estén en malas condiciones. Si vemos que tiene la concha un poco abierta, darle un golpecito sobre la encimera y si se cierra podéis utilizarlo, sino hay que desecharlo también.
2.- Una vez seleccionados los mejillones, los ponemos bajo el grifo para lavarlos bien. Con cuidado iremos rascando o golpeando suavemente, con un cuchillo los pequeños crustáceos adheridos a la concha.
3.- Los filamentos o barbas que asoman entre las conchas, los quitaremos también, con un cuchillo tirando con fuerza hacia abajo, para no romper la carne del interior. Si se resiste mucho, cortaremos con una tijera.
4.- En una olla vamos colocando los mejillones limpios junto con un dedo de agua, el limón, el laurel y la sal.
5.- Ponemos la olla a cocer durante 4 ó 5 minutos, aproximadamente, o hasta que se abran todos los mejillones.
6.- Sacamos con una rasera los mejillones a una fuente para que se enfríen un poco y poder prepararlos para colocarlos en una bandeja, con un poco del caldo que quede en la olla.